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Las razones por la que los padres decidimos llevar a nuestros hijos a una escuela infantil suelen ser, a menudo, las mismas. En toda escuela infantil de Logroño conocen esas motivaciones: jornadas laborales excesivamente largas, no dar con la persona adecuada para cuidar y educar a nuestros bebés o, simplemente, como desahogo personal durante la etapa de la crianza y el cansancio que conlleva.
Sin embargo, es en las guarderías donde los niños de tan corta edad aprenden cosas tan importantes como ver a otros niños como iguales y, por tanto, comienzan a nacer en ellos los sentimientos de solidaridad, respeto y empatía hacia el otro.
El concepto de grupo les impulsa a ajustarse, con alegría, a una serie de rutinas (comidas, siestas, tiempo de hablar o escuchar…). La amistad comienza a aflorar y los profesionales de la enseñanza, en la escuela infantil de Logroño, se encargan de fomentarla y enriquecerla. Ya en grupo, aprenden a solucionar conflictos, absorben a través del juego cosas tan maravillosas como identificar colores, disfrutar y cuidar de los juguetes, ser poco a poco más independientes con hábitos de higiene y alimentación correctos. Van sintiéndose cómodos y actuando como en su propia casa, entre los brazos de mamá o papá. Seguros y felices, abiertos a explorar y experimentar.
Por muchas razones, nos esforzamos en levantar un hogar, un segundo hogar en el que aprenderán a gozar de la gimnasia matutina, reírse con el sonido de cada uno de los animales, lavarse las manos solos y recibir y dar cariño, pilar de todo hogar feliz y estable. Esa pasión por el juego, el aprendizaje, las risas, los abrazos, la magia, los colores, los llantos, así como los primeros contactos con la música, la pintura o el agua convierten A Gatas en un hogar realmente interesante para los más peques.